viernes, 15 de agosto de 2008

Démosle una función mejor al conflicto.

Escribe: Gonzalo Irazoqui - Partido Nacional

Es evidente mi interés en el tema “conflicto” dado que en el transcurrir de las ediciones he presentado diversos enfoques, aunque necesariamente rústicos en su planteo y expresión. Las diversas consideraciones que estimo indispensables al momento de opinar al respecto de las relaciones sociales entre jóvenes y adultos concentran en este concepto tan amplio como denso las posibilidades de comprendernos integrados aún cuando la oposición de intereses es fuerte, aún cuando el “conflicto” es grave. De ahí que el objetivo esta planteado en fabricar disparadores de opiniones diversas. Esto ha promovido el fortalecimiento de las ideas en aquellos que estando convencidos, aún cuando no hacen otra cosa que auto proclamarse dueños de la solución, pero en la realidad no han ejecutado el paso uno de su idea para que todos disfrutemos de ese mundo solucionado. Algunos ejemplos se presentan cotidianamente en quienes opinan y nos hacen ver que ya tienen la solución, pero carecen del tiempo y las ganas de llevarla adelante.
O lo que es mejor aún, al presentar interrogantes, sinceras dudas, he llegado a plantear la innecesaria expresión de algunas respuestas dado que la mayoría de las veces desvalorizamos a la pregunta. Esto es, el real valor de preguntarnos algo, esta justamente allí, en preguntárnoslo. El alto grado de riqueza que posee la interrogación al momento de efectuarla en el silencio e intimidad de nuestra mente hace que caminemos por el sendero de la duda, de la disyuntiva, generándonos una compleja situación a la que nos debemos enfrentar e intentar sortear.
La existencia del conflicto está aceptada como una parte inevitable del funcionamiento social. Aparece a nivel individual con el nacimiento, donde debemos aprender a vivir haciendo uso de varias estrategias de supervivencia. La vida sin conflicto es una ilusión de corta duración. Si existiera esta vida sin conflicto estaríamos privados de las imprescindibles oportunidades para desarrollar nuestras habilidades. El desarrollo humano en sociedad procede por etapas que son usualmente situaciones de cambio, movilizadas por el conflicto generado por la etapa anterior, devenido insuficiente. De ahí que tengamos que actuar y modificar nuestra vida. Sea en la tarea que sea, laboral, de pareja, amistades, siempre esta este proceso planteado. Porque en el fondo es el devenir de la evolución individual lo que nos permite caminar en el tiempo.
Quizás por esto recalco la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en la construcción de la calidad social en cuanto al diálogo que establecemos y las necesarias relaciones que componemos.
Sin ánimo de fabricar una idealización del joven, sin sobreprotegerlo en su condición, he planteado una reconstrucción desde la visión adulta en el tema. Vaya si los jóvenes tienen cuotas de responsabilidad en él, pero son diferentes a las de los adultos. Hagámonos responsables de nuestra re-visión. Bien sabemos que la confrontación de ideas y opiniones resulta difícil de sobrellevar, no es tarea fácil, pero es vital para hacer de nuestra sociedad el hogar para los jóvenes y no su calabozo, su castigo.
Por eso hice el planteo en la nota anterior tan concreto que hasta resulta liviano, para que en posibles evaluaciones familiares consideremos que el estilo de manejo del conflicto que mas utilizan los jóvenes es el de “complacer”, y con respecto a la tendencia en cuanto a la diferenciación en los géneros, el mas utilizado por los hombres es el de “competir” y en las mujeres el mas usado es el de la “colaboración”.
Sin ánimo de teorizar, pero si de promover el manejo de información, planteo que analicemos los conflictos funcionales. Identifiquemos aquellos conflictos que se presentan y son de una intensidad moderada, que mantienen y, sobre todo, mejoran el desempeño de las partes. Estos son los funcionales, los conflictos que posibilitan un medio para ventilar problemas y liberar tensiones, que fomentan un entorno de evaluación de uno mismo y de cambio. Para identificarlos también planteo hacerlo por oposición, algo así como cuando uno esta enfermo y descubre, por oposición, lo hermoso que es estar sano. Los contrarios son designados como conflictos disfuncionales. Piense en su último conflicto, ¿cómo se desarrollo?, ¿qué consecuencias le trajo?. Fácil, son los que tensionan las relaciones de las partes a tal nivel que pueden afectarlas severamente. Nos limitan o impiden una relación armoniosa en el futuro. Si esta identificando alguno, ya me considero satisfecho. Exactamente, son la mayoría los disfuncionales. Nos generan stress, descontento, desconfianza, frustración, temores, deseos de agresión. Todo lo cual afecta el equilibrio emocional y físico de las personas, reduciendo su capacidad creativa, y en general, su productividad y eficacia personal. Éstos nos plantean el escenario mayor, la escenografía conocida por todos. En rasgos generales en cuanto a la regulación del comportamiento, se da cuando las normas de comportamiento muchas veces no son aceptadas. En las evidentes fallas en la comunicación, tratan de errores de entendimiento entre el emisor y el receptor debido a las diferencias sociales-culturales. Y es evidente el conflicto de intereses que se presenta cuando los objetivos de las partes son opuestos entre si.
Cierro sintéticamente con algunos puntos que considero perfectibles y no únicos, pero ante la “funcionalidad” planteada es necesario identificarlos y re-pensarnos:
Ø Aprender a dialogar, a tratar de entender antes de defenderse en el conflicto.
Ø Encauzar la agresividad, evitando los extremos de la represión y la explosión.
Ø Asumirlo, existe salida en la actitud que enfrenta el conflicto, caminar en él más que evitarlo.
Ø Comprensión hacia la naturaleza humana caracterizada por el conflicto, entendido como un elemento que forja el carácter y como un estimulo para el crecimiento personal.

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